Ir al contenido principal

Cipitín



Cipitín
Por Miguel Ángel Espino
Así era La Siguanaba estaba loca; la habían visto riéndose a carcajadas, correr por las orillas de los ríos y detenerse en las pozas hondas y obscuras. Cipitín emigró a las montañas y vivió en la cueva que había en la base de un volcán.
Hace ya mucho tiempo, han muerto los abuelos y se han rendido los ceibos, y Cipitín aún es bello, todavía conserva sus ojos negros, su piel morena de color canela, y todavía verde y olorosa la pértiga de cañas con que salta los arroyos.
Han muerto los hombres. Se fueron los topílzíns, canos están los suquinayes, y el hijo de la Siguanaba aún tiene diez años. Es un don de los dioses ser así. Siempre huraño, irá a esconderse en los boscajes, a balancearse en las corolas de los lirios silvestres.
Cipitín era el numen de los amores castos. Siempre iban las muchachas del pueblo, en la mañanita fría a dejarle flores para que jugara, en las orillas del río. Escondido entre el ramaje las espiaba, y cuando alguna pasaba debajo sacudía sobre ella las ramas en flor.
Pero... es necesario saberlo. Cipitín tiene una novia. Una niña, pequeña y bonita como él. Se llama Tenáncin.
Un día Cipitín, montado sobre una flor se había quedado dormido.
Tenáncin andaba cortando flores. Se internó en el bosque, olvidó el sendero, y corriendo, perdida, por entre la breña, se acercó a la corola donde Cipitín dormía.
Lo vió.
El ruido de las zarzas despertó a Cipitín, que huyó, saltando las matas.
Huyó de flor en flor, cantando dulcemente.
Tenáncin lo sega. Después de mucho caminar. Cipitín llegó a una roca, sobre las faldas de un volcán. Los pies y las manos de Tenáncin estaban destrozados por las espinas del ixcanal.
Cipitín tocó la roca con una shilca y una puerta de musgo cedió. Agarrados de las manos entraron, uno después de otro. Tenáncin fué la última. El musgo cerró otra vez la caverna.
Y no se le volvió a ver. Su padre erró por los collados y algunos días después murió, loco de dolor.
Cuentan que la caverna donde Cipitín y Tenáncin se encerraron estaba en el volcán de Sihuatepeque (cerro de la mujer) situado en el actual departamento de San vícente.
Han pasado los tiempos. El mundo ha cambiado, se han secado ríos y han nacido montañas, y el hijo de la Siguanaba aún tiene diez años. No es raro que esté, montado sobre un lirio o escondido entre el ramaje, espiando a las muchachas que se ríen a la vuelta del río.
¡Oh el Cipitín! Guárdate de sus miradas que encienden el amor en el pecho de los adolescentes.


Fuente: Síntesis; Revista Cultural de El Salvador. Año I. No. 3. Junio 1954. pp. 65-66.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Escuela de Pájaros

A LA VIBORA, VIBORA... A la víbora, víbora, de la mar, por aquí quiero pasar. Las olas que se acercan, las olas que se van, y detrás de las olas, las olas más y más... Escamas de arco-iris, escamas de metal. ¡ya se durmió la víbora, ya quiere despertar! Camino de mi frente -caminito especial- si de mi frente sale, ¿quien lo puede alcanzar? En menos de un segundo conoce la ciudad; en lo que cierro un ojo por el aire se va; siguiendo mariposas deja juegos atrás y toca de repente, la víbora de la mar. Aunque niño me llamo y no puedo nadar muchas islas descubro sentado en mi diván. Al agua marinera, que baila por bailar, sin mojarme la blusa la puedo atravesar. Caballito marino, caballito de sal, con brida de canciones te logro sujetar. ¿En dónde llora y llora la niña tempestad? ¿En dónde crece, rojo, el árbol de coral? Iremos galopando -rataplán, rataplán- caballo de los tumbos, que sabes galopar. ¡Qué praderas de espuma! ¡Qué montañas

Sara Palma de Jule

                                                             Sara Palma de Jule Nació en Santa Ana. Se graduó como maestra normalista en la Escuela Normal "España", habiendo obtenido el primer lugar de su promoción. Colaboró con  El Diario de Hoy con la "Revista Dominical" de La Prensa Gráfica. Durante varios años trabajó en las Empresas DIDEA, donde fungió como secretaria del magnate don Luis Poma. A su vocación poética se une su ingenio e indiscutibles dotes intelectuales. Una escuela de la ciudad de Apopa lleva su nombre. Es miembro del Ateneo de El Salvador, Ateneo Salvadoreño de Mujeres, Unión de Mujeres Americanas UMA, Organización Mundial de Educación Preescolar OMEP y Club de Mujeres de Negocios y Profesionales. Ha viajado por Guatemala, Costa Rica, Panamá, los Estados Unidos, España, Francia, Italia, Suiza y Austria. Obras publicadas: "Surtidor de Trinos" (1982), "Tranvía de Ilusiones" (1984), "Fantasia" (1994)

Tierra de Infancia

                                                                     Claudia Lars Tierra de infancia es el lugar estético donde el pasado de la realidad, recuperado a través del recuerdo, alcanza actualidad por la prosa poética concretada en diversas formas estilísticas. No es, por tanto, un libro de cuentos; mucho menos una novela. Es, sencillamente, realidad del mundo y del hombre actualizada poéticamente en la dimensión de los hechos y en la dimensión de sus significados. Quizá por eso convenga mejor ir pensando en Tierra de infancia como en un libro de "memorias poéticas." En Tierra de infancia , Claudia Lars, pasada buena   parte de la vida, se empeña volitivamente en actualizar el recuerdo de un lapso importante para ella, la infancia, con origen y finitud como toda experiencia de la vida. Tierra de infancia está impregnada de amor, de alegría y de ternura. Es el rostro del amor personal, el habido por cada hecho y el habido por cada recuerdo. Pero también en Ti